La luz de Cádiz es especial, esto es algo que a todo el que llega a esta ciudad le impacta. Al estar rodeada por el mar casi toda ella, hace que el sol reflejado en el agua la ilumine de una manera única.
Siento por Cádiz un amor especial, la primera vez que fui me pareció una ciudad decadente y algo dejada, pero su luz, sus fachadas, con esa piedra de un poroso tan especial, la humedad, el salitre, hacen de algunos de sus barrios antiguos, lugares únicos y maravillosos a los que no he podido resistir la tentación de volver.
La última vez me alojé en el antiguo Hotel Atlántico, hoy reconvertido en un moderno Parador.
PARADOR DE CÁDIZ
Avenida Duque de Najera 9
CÁDIZ
Teléfono: 956226905
La palabra diseño define a este hotel. Es impresionante. Su arquitectura exterior, sus salones, habitaciones, restaurante. Todo el interior es fantástico, ultramoderno. Quizás por poner un pero, según gustos, su situación, que es inmejorable con unas vistas fantásticas a la bahía, no pega mucho con el entorno del barrio que tiene frente a él, o con la cercanía de la playa de La Caleta cuyo estilo es completamente diferente, pero a mí personalmente no me importó.
Nos alojamos en una habitación del piso siete. Creo que es la mejor y más íntima opción, ya que parte de la arquitectura del Parador se basa en el predominio del cristal, por lo tanto las mejores habitaciones son las de los pisos altos y que no den a la piscina.
Está totalmente abierta al mar por un gran ventanal de lado a lado de la pared que conecta con la terraza, que cuando se cierra no se oye nada. No creo haber estado en una habitación tan silenciosa nunca.
Eso sí, es para parejas con cierta confianza. Las habitaciones son diáfanas, y el baño está integrado en la habitación, con separaciones de cristal, y aunque para mí no supuso ningún problema, puedo entender que a algunas personas les incomode.
La habitación tiene unas vistas extraordinarias al mar y al precioso Parque Genovés, un jardín bordeado de cipreses muy bien cuidados y recortados, que desde el siglo XVIII y sus remodelaciones a finales del XIX, ha ido convirtiéndose en un fantástico parque con multitud de especies de gran interés botánico y un sitio ideal para un paseo . También hay una zona ideal para niños con juegos al lado de un gran Drago centenario y un estanque con dinosaurios.
El desayuno estupendo, no echamos de menos nada, mucha variedad y cantidad hasta las 11:30 de la mañana y el servicio muy amable tanto en el comedor, habitaciones y recepción.
Tiene también una gran piscina con spa interior y exterior, restaurante, terraza, tapería y todas las comodidades típicas de un hotel de esta categoría.
Sin duda como volveré a Cádiz, repetiré.