ENTREPIEDRAS
Calle Real, 29,
CASTRILLO DE LOS POLVAZARES. LEÓN
Teléfono: 696 01 06 00
Entrar en Castrillo de Polvazares es como volver al pasado. Es uno de los llamados Pueblos más bonitos de España y desde luego tiene el lugar merecido.
Es representación de la Maragatería y está perfectamente conservado, no en vano en 1980 fue declarado Conjunto Histórico-Artístico de alto valor monumental.
Pasear por sus calles empedradas, es una delicia, contemplando su típica arquitectura. Hoy día está orientado al turismo y la artesanía.


En este precioso entorno se encuentra el no menos pintoresco restaurante Entrepiedras.


El mayor encanto de la edificación es que es una antigua casa maragata rehabilitada, conservando los elementos básicos que recuerdan su uso anterior.
Así, entramos por lo que se llamaba portón o portalón, zona de paso de carruajes, cargado de detalles, aquí una antigua bicicleta, allí, aparcado un carro, junto a un trillo y aperos de labranza.


El antiguo corral, o patio, convertido en una terraza, donde tomar el aperitivo cuando hace buen tiempo en unos rústicos bancos de madera.
Las salas del restaurante se distribuyen tanto en la planta baja como en el primer piso.
A este se accede por lo que en las casas maragatas es el corredor o galería sobre el corral, que distribuía las habitaciones superiores. Lugar donde da directamente el sol y que junto al encalado de las paredes ilumina el resto de la casa.


Conservan también la madera en el suelo, las vigas y el techo, dándole un toque más actual con el color de las paredes o los cuadros y las lámparas.


No le falta detalle, desde la bonita alacena de madera pasando, por las flores o el platero colgado, así como distintos utensilios estratégicamente colgados en la pared.
Lo típico de su cocina es su famoso Cocido Maragato, es un plato que se come en orden inverso a como lo comemos en otras regiones. Primero se sirven las carnes, morcillo, chorizo, pata, gallina, oreja de cerdo, costilla y relleno.
Después el repollo y los garbanzos y por último la sopa


El menú se completa con unas natillas y un orujo.
Y luego…
A pasear al atardecer por esa preciosa calzada empedrada, y contemplar los tonos rojizos que reflejan las fachadas con la luz.

