De la tierra a la mesa. Restaurante Lur

LUR

Calle de Bolívar, 11
MADRID
Teléfono: 620 30 50 91

Sé, que ya os he contado, que el Barrio de los Metales en Madrid se está convirtiendo en una zona gourmet. Pues bien, LUR ha llegado para darme la razón. Abierto hace unos meses ya es una apuesta segura.

Lo primero que sorprende es su decoración. Una sala grande con solo cuatro mesas, lo que ya da idea de intimidad y tranquilidad.

Una música suave y al fondo un canto de pájaros, como si afuera del restaurante estuvieses en medio del campo. No en vano, Lur en euskera significa tierra, y no solo el ambiente te lleva a esa sencillez, sino que en su cocina también está plasmado en cada plato, surtiéndose de pequeños productores cercanos, eligiendo con mimo la materia prima y con gusto y pasión explicándolo al cliente.

Mesas desnudas, separadas, tono gris verdoso en la pared, lámparas de fibras naturales en el techo y el detalle de unos botes de conservas en una estantería horadada en el muro.

Me gustó mucho la cortina que tienen a lo largo de una de las paredes. No sé lo que esconde, pero desde luego es un buen truco para amortiguar ruidos, tan necesario en locales donde no hay manteles, ni elementos que hagan esa función, y además le da un aire más cálido al ambiente.

Otra sorpresa es la juventud de la pareja artífice de este proyecto. Lucía en la sala y Sergio en la cocina. Ambos procedentes del desaparecido Zuberoa en Gipuzkoa, aprovecharon también que Miguel, el padre de Lucía cerraba su restaurante Kandida, para en el mismo local, emprender esta aventura.

Esa raíz vasca se nota, no solo en el nombre del restaurante, sino también, en la filosofía de su cocina. Buen producto, cocciones lentas y sabores intensos.

Lucía es un encanto en la sala, vive los platos que pone en la mesa y disfruta contándonos la procedencia de los productos con los que están elaborados. Ese maravilloso pan de Clan Obrador en la calle Gasómetro, muy cerca del restaurante, que acompañan con una mantequilla de cabra de la casería Formaje, en la plaza de Chamberí.

Otro plus importante es la presencia de Miguel, que, aunque colgó el delantal de su antiguo restaurante para descansar, no ha dudado en apoyar físicamente a su hija en este proyecto y hace en sala un papel importantísimo, aportando ese saber hacer que dan los años y la experiencia y esa serenidad y amabilidad con la que trata al comensal.

Da comienzo la experiencia con un aperitivo, un rico buñuelo de perdiz y un increíble caldo de verduras con un toque de trufa. ¡Ojo a las verduras en este sitio que auguro darán que hablar!

En los entrantes dan a elegir entre 5 opciones, lo único es que, es a mesa completa por lo que todos los comensales han de ponerse de acuerdo en pedir lo mismo. Bueno es como un menú cerrado, pero con el segundo y el postre abiertos.

Elegimos el Erizo, tartar de quisquilla de Motril, espuma de hinojo y velo ibérico

A mí el erizo no me encanta, aunque la preparación debo reconocer que es espectacular y mi acompañante no dejó una gotita en el plato. Muy bien elaborado.

Para mí el plato estrella de la noche fueron las Verduras invernales de la huerta, escabeche suave, majado y pera en conserva.

Espectacular. Es de esos platos que recordarás en el tiempo. Absolutamente imprescindible. Verduritas en su punto de cocción con un escabeche que ensalza el plato de una manera extraordinaria.

Con los segundos optamos por los pescados.

Una Aleta de raya, salsa untuosa de aceitunas de kalamata, canelón de lombarda semidulce y mantequilla de chufa. Un pescado bien tratado a la parrilla de carbón, y a destacar el delicioso canelón de lombarda. ¿Os he contado ya que las verduras aquí son un plus? Pues en cada plato cobran un especial protagonismo. Y, ¿Cómo no?, el detalle de la mantequilla de chufa, un guiño al origen valenciano de Sergio, el chef.

Y una Urta madurada en casa, salsa de azafrán, zanahoria y jugo verde.

La Urta es un pescado de roca salvaje de la misma familia que la dorada o el sargo, me resultó deliciosa, una carne blanca y sabrosa, acompañada de una original salsa, una exquisita crema de zanahorias y unas diminutas zanahorias de huerta y rematado con un refrescante jugo verde de hierbas.

Y Llegamos a los postres, el broche final.

Muy original el Coulant de avellanas tostadas, albahaca y miel fermentada.

Y la estrella de la noche

Tarta de chocolate km0, haba tonka y leche de oveja.

La foto lo dice casi todo. Lucía nos contó que el chocolate es de Kaicao, una fábrica que lo endulza con dátiles en lugar de azucares añadidos y que está en pleno centro en la Latina.

Está hecho con ese chocolate de cardamomo y café y lo presentan con un helado de leche de oveja infusionado con clavo, haba tonka y té

Impresionante.

Su carta de vinos es corta e interesante, Acompañamos toda la cena con un Alberchón de la bodega Pies Viejos, uva garnacha 100% que maridó perfectamente con toda la cena.

Sin duda repetiré experiencia, me quedan muchas cosas por probar y acaban de empezar, y creo que se consolidarán en el barrio y atraerán comensales de muchos sitios. Veremos…

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