Nunca es tarde si la dicha es buena. Restaurante Toga

TOGA

Calle de Juanelo, 23
MADRID
Teléfono: 910 41 44 39

Increíble que no conociese este restaurante. Si, ya sé que en Madrid es difícil estar al día, pero Toga lleva abierto unos años. No obstante, Nunca es tarde si la dicha es buena, y vaya si lo es.

En una calle tranquila y pequeña del Madrid más castizo, junto a la plaza de Cascorro en pleno Rastro se sitúa este rincón gastronómico.

Un local de decoración sencilla, con no muchas mesas, paredes desnudas, únicamente salpicadas por algunos cuadros, pequeñas exposiciones temporales, que le dan el detalle rompedor a la sencillez del lugar.

Resulta vivo y acogedor a la vez. Ideal para compartir velada con amigos o en pareja.

Esto unido al trato cercano del equipo en sala, simpáticos, cordiales y atentos en todo momento suman a la fantástica experiencia gastronómica.

Porque si, ha sido una experiencia para repetir.

Su cocina es un mestizaje, mezcla, fusión o como queráis llamarlo de la cocina latinoamericana con la asiática, pero dándole su propia reinterpretación.

Su carta pequeña y variada abarca gustos para todos y a un precio muy competitivo.

Para comenzar un refrescante Tiradito de Lubina con ajo y mayonesa de lima

Lo acompañan de un riquísimo pan tostado con aceite. Un conjunto delicioso.

Originales en forma y relleno sus Croquetas de pisto y queso manchego, increíble sabor, ya forman parte de mis preferidas.

Fantastica la Pluma ibérica con escalibada y salsa ponzu, que acierto el toque japonés de la salsa a un producto tan nuestro y el punto tan bueno que le dan.

No desmerece en absoluto a lo ya probado El Pollo a la llama con tartar de gamba y salsa de mango y azafrán. Una mezcla maravillosa, sabor, sabor y sabor, muy recomendable.

Y una de las estrellas que ya es un clásico en el lugar y no os podéis perder son sus Noodles con mayonesa de kimchi y atún rojo crudo. Brutal, combinación perfecta de los fideos chinos al wok con mayonesa de kimchi, una salsa coreana ya presente en bastantes elaboraciones gratinada y por encima unos deliciosos dados de atún rojo. La mezcla es alucinante.

Después de estos platos de gran sabor, el broche refrescante lo pone la Piña en almíbar con mascarpone, chocolate blanco y crema de lima, servido en un vaso mezclando los ingredientes de abajo a arriba, me dejó sin habla.

Y como no podía ser de otra manera en un lugar donde sus artífices son dos argentinos y un uruguayo es obligado probar el Alfajor de chocolate y dulce de leche, que ya te deja rematada del todo.

En resumen, un lugar de mestizaje, una cocina cuidada, una atención esmerada y unos precios más que razonables. ¿Qué más se puede pedir? Volver.

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