TERRACOTTA
C. de Velázquez, 80,
MADRID
Teléfono: 91 485 63 46
Lo que impacta, según entras, es su decoración. Elegante y diferente.
La terracota proviene del italiano “tierra cocida” barro cocido, arcilla, que modelada, se endurece al calor del fuego y se convierte en objetos, a veces sencillos, a veces obras de arte.
Así, el restaurante toma este nombre y basan su filosofía en la artesanía, tanto decorativa como gastronómica.
Los colores naturales de la pared, en ladrillo visto o adobe; el corcho natural en el techo, las mesas en piedra, o algunas, como la que nos tocó a nosotros, de pequeños azulejos colocados uno a uno; las cortinas de lino, la madera; colores y texturas distintas, perfectamente combinadas, multitud de detalles.


La vajilla hecha a mano, preciosa, que resalta la presentación de los platos, junto con una estratégica iluminación, todo conforma un conjunto que resulta en un ambiente tranquilo y muy acogedor.


Mención merece también, la bajada al baño. Una escalera decorada con preciosa cerámica en las paredes y en una pequeña estantería, da paso a unos baños tan originales como el resto del local.
Este entorno te prepara para una cocina a la altura.



Basada en el producto de mercado, cambian la carta conservando algunos fijos. Métodos de cocción largos, consiguiendo fondos y salsas espectaculares y un respeto a los sabores tradicionales de la cocina mediterránea, con algún toque de autor y una cuidada presentación.
Las raciones están pensadas para compartir y se adaptan al número de comensales, si de origen no coinciden con los mismos.
Nosotros empezamos con unas Croquetas de carabinero, velo ibérico y alioli de ajo negro, deliciosas.

Compartimos, también como entrante, los Bombones de pato confitado, setas de temporada salteadas, trigueros y tomillo fresco, imprescindible, un plato espectacular

Los segundos no se quedan atrás.
Fantásticos los Lomitos de bacalao, escalibada al carbón y pil pil ligero de sus jugos, piparras frescas y chips de ajo, ¡casi nada!, una maravilla de combinación.

Tierna, jugosa y con una salsa que quita el hipo, la Carrillera de ternera glaseada con parmentier de patata, una verdadera gozada.

Siguiendo con el disfrute de sus salsas y su productazo la Presa ibérica de bellota al horno de carbón, verduritas salteadas y glacée de vino de marsala.


Y no os olvidéis de dejar sitio para el postre, sobre todo su Tarta árabe de nata y lemon curd, perfecto remate de una cena de lujo.

Su personal cálido y pendiente en todo momento de nuestro bienestar.
Un restaurante ideal para cualquier tipo de celebración.
Cuenta con una barra, unas mesas altas a la entrada donde se puede tomar un coctel artesanal o picotear algo más informal. Aquí impacta también, el gran macramé negro en la pared.


Fotos cedidas por el restaurante
Y atravesando la sala tras una cortina un reservado que se puede transformar para un grupo más numeroso.
En verano también cuentan con terraza.
En definitiva, para apuntar en la agenda de los fijos para repetir.