ÈTER
Calle Granito, 20
MADRID
Teléfono: 918 780 787
Mitológicamente hablando, èter es la personificación de la luminosidad y el brillo. Acertado el mensaje, puesto que en un pequeño local, con una sencilla decoración y colores neutros, sus acogedoras mesas y sus originales lámparas, los hermanos Tofé, Sergio en los fogones y Mario al frente de la sala, consiguen brillar con luz propia en este rinconcito de Arganzuela que se está cargando de buenas ofertas.

Con una raíz francesa heredada de su padre y practicada sobradamente en su anterior proyecto ofrecen una propuesta culinaria de nivel.
Sus platos tienen esa fusión y atrevimiento que mezcla texturas y sabores en una versión más actual.
Cuidan hasta el más mínimo detalle. Curiosa por ejemplo la presentación de los cubiertos, todos de una vez en un bonito cubertero de madera.


Sus productos de temporada y de pequeños productores, en la línea que hoy siguen muchos restaurantes, se plasman en una carta que varían a menudo.
Y si en la cocina Sergio elabora el menú con creatividad, Mario es la estrella en la sala. Su minuciosidad a la hora de presentar y explicar cada elaboración es digna de cualquier Michelin, además de ser muy didáctico en sus comentarios, yo siempre aprendo algo con él.
Además de la carta. Tienen un menú degustación de 7 pases a un precio muy competitivo.

Comienza con una Tartaleta de berenjena, cocinada con ajo y miso para darle más sabor, espuma de queso idiazábal con el matiz ahumado propio del queso, maridándolo con miel y terminando con polvo de chile y almendra.
Continuamos con un Tartar de Gambón, jalapeño, huevas y ricota

Un tartar tradicional al que cambian el tabasco por ese toque original del jalapeño que suavizan con la ricota. El aceite de albahaca en la base, las huevas de trucha que refuerzan al gambón, los brotes y el aceite arbequina ahumado consiguen un sabor extraordinario.
El tercero es Anguila ahumada, burrata y albahacas
Anguila del delta del Ebro, con espuma de burrata acompañada de tomate de invierno, llamado así por la elaboración que se suele hacer en la Mancha cuando sobran en la recolecta en primavera o verano y fuera de las casas se cocinan a fuego lento con leña, se guardan y se consumen en invierno. Es como un concentrado de tomate que en este caso lo completan con dos formas de utilizar la albahaca, en forma de tierra y en sorbete. Rematan el plato con un aceite 100% picual. Soberbio.
Contrastamos con el siguiente Coliflor en tempura con mole,

Una suave tempura acompañada de un mole casero que rematan con tierra de guisante japonés y wasabi, un bocado muy apetecible
El quinto bocado es Black Dahl de sepia

Un guiso de origen indio que se hace con lenteja y curry, aquí lo sustituyen por la lenteja caviar más al dente y la sepia y su tinta, trabajan un chipirón de anzuelo cocinado con fino, aire de coco y salsa holandesa de ajo negro.
Disfrutando uno a uno todos estos bocados, llegamos al anuncio del siguiente.
Molleja thay.
Solo con la palabra molleja ya me pongo en guardia. Mi madre las solía hacer y a decir de los que las disfrutaban, estaban deliciosas, eran las mejores que habían probado… etc. Pero yo nunca pude con la casquería, mejor dicho no llegaba a probarlo.
Mario, con esa amabilidad que le caracteriza, insistió, y… ¡que gozada de plato! y que pena tener tantos prejuicios con algunas comidas.

Una molleja de ternera cocinada a baja temperatura, risolada con mantequilla, acompañada de una salsa satay (curry y cacahuete) patata violeta, maíz y unos tirabeques, y rematada con cacahuete al natural. Indescriptible.
Y para terminar el postre
Panna Cotta de pimienta, crema inglesa de menta

Una Pana cotta de yuzu, coco y pimienta nepalí acompañada de una crema inglesa de menta, helado de pimienta de Sichuan y pimienta fermentada. Como detalle lo acompañan con un moscatel de montilla moriles.
El broche a una comida estupenda, donde el tiempo pasa casi sin darte cuenta disfrutando cada bocado.
Espero repetir muchas veces en este nuevo proyecto al que le auguro muchos éxitos.