LAS CARBONERAS DE LU
Calle Villalar 7
MADRID
Teléfono: 91 057 70 03
La calle Villalar se va a convertir en mi refugio favorito. Si Arrayán es ya una apuesta segura, ahora el descubrimiento de este nuevo restaurante ha sido una grata sorpresa.
Según entras te recibe un precioso salón hecho vinoteca con una original mesa de cristal y sillas altas, destinado a disfrutar de una cata que suelen hacer a pequeños grupos, un espacio donde degustar de más de 200 referencias en las que destacan vinos que se salen de lo habitual y una buena representación de los de denominación de origen de Madrid.
El restaurante está en el sótano, una sala preciosa, la transformación de lo que fueron unas antiguas carboneras del siglo XIX. Un espacio elegante, abovedado, con ladrillo visto, una cálida iluminación, y una decoración sencilla a la que no le falta detalle.
Todo está elegido con mimo, mantelería, vajilla, cristalería, hasta el pequeño detalle que ponen para posar el tapón del vino da un toque original y muestra la importancia que dan sus dueños, Lourdes y Carlos, a su bodega con una interesante selección.
Destaca también sobremanera el cuidado en el servicio de sala, algo que yo valoro especialmente. Una profesionalidad y amabilidad que suma y mucho al confort del comensal.
En cuanto a la cocina, su chef Lourdes Poveda, formada en Le Cordon Bleu, da su impronta personal y un toque afrancesado a una materia prima de calidad con productos de mercado.
Imprescindibles en las entradas, la Flor de calabacín en tempura rellena de brandada de bacalao, una delicia tanto en su presentación, como en su exquisitez.
En los segundos destacó una Codorniz deshuesada y rellena con salsa de Pedro Ximenez, castañas y chantarelas, deliciosa. Aunque no desmerecía el también bien elaborado steak tartar acompañado de su pan brioche.
Un postre de diez es su particular versión de las torrijas.
Torrijas de panettone sobre sopa de mandarina. Indescriptible. Hay que probarlas una maravilla.
Todo ello aderezado con un buen vino de Madrid, recomendación del Sumiller y en un entorno muy agradable.
Unos petit four remataron la velada y nos dejaron unas ganas de repetir la experiencia y probar otras opciones muy apetecibles de su carta.